viernes, 31 de enero de 2014
martes, 28 de enero de 2014
miércoles, 15 de enero de 2014
martes, 14 de enero de 2014
Motivarte tú a ti mismo
¿Cómo motivarte tú a ti mismo?
1.
Asocia el acto de estudiar con algo positivo.
Estudia
y después… una recompensa.
Asociamos estudiar y un pequeño premio como puede ser un zumo, o puede ser una
llamada de teléfono al novio/a, un capítulo de tu serie preferida, o un paseo
por la playa.
2.
Crea una rutina en tu vida.
Aunque pueda sonarte a “rollo”, piensa que sólo si tienes unos hábitos casi
cronométricos obtendrás unos resultados regulares y satisfactorios. Tu
cuerpo se vuelve más productivo cuando asume que hay unas horas destinadas al
sueño, otras a las comidas, otras al ocio y otras al negocio (en este caso el
tuyo son los estudios). Con esto, la pereza que te da sentarte en la silla
desparece.
3.
Silencio, se piensa.
Cuando hinques los codos en la mesa no se
tiene que oír ni el pensamiento de una mosca. Trabajamos con los sentidos, y
aunque puedas llegar a desarrollar inmunidad al jaleo, lo mejor es que en ese
momento disfrutes de escucharte. Debes
ver el “estudiar” como algo que te está elevando intelectualmente.
Si te distraes con música, por ejemplo, es
posible que tengas que leer dos veces lo que hubieras comprendido en una.
4.
La motivación es un porcentaje alto.
¿Por qué lo haces? Lo haces porque para ti es
importante ¿O lo haces porque alguien te obligó a hacerlo? Si alguien te dijo
que tenías que hacerlo y no te motiva seguir, piensa que a lo mejor estás
optando por una profesión que no se ajusta a ti. Piensa en las consecuencias positivas de tu estudio, esto te motivará.
5.
Aprovecha bien el tiempo y deja que te sobre tiempo para otras cosas.
Cuando haces las cosas bien no tendrás que
hacerlas dos veces. Trata de organizarte tu tiempo de estudio. Estudia siendo consciente de tus actos,
aprovecharás mucho más tu precioso tiempo. Es tan importante que te
concentres como que abandones la luz del flexo y salgas a divertirte.
6.
No dudes y pregunta.
Cuando tengas una duda pregunta cuanto antes. Ponte en contacto con el tutor, con el
profesor o algún compañero que te dé las claves de aquello que no has
conseguido descifrar. Pasa a otro tema mientras lo resuelves, pero no lo
pierdas en el tiempo: pregunta, avanza, resuelve, sigue…
7.
Estudia en el momento del día adecuado.
No es bueno estudiar en la última hora del
día, pues tu cuerpo está exhausto del ritmo diario. Tampoco es bueno levantarse
y sentarse en la silla mientras te quitas las legañas. No es bueno estudiar
después de comer, pues te da sueño y la sangre se va toda al estómago para
hacer la digestión. ¿Entonces cuándo?
Puedes estudiar en la mañana, pero si has
madrugado y has hecho algo de ejercicio, tu cuerpo se encontrará activo. Dar el
salto de la cama al libro no es bueno, pues tu cerebro necesita ponerse en
marcha. Lo mismo si después de comer tienes sueño, una breve siesta de veinte
minutos y ¡a estudiar! Hacerlo por la noche es un tema más complicado, pero en
ese caso te recomendamos que te acuestes temprano y lo hagas el día siguiente.
Este último aspecto depende del estudiante. Hay un dicho que dice “lección dormida, lección sabida”…
8.
Duerme lo suficiente.
Tanto para encontrar el momento adecuado, como
por establecer una rutina, es indispensable que tu cuerpo se encuentre en
forma. Mens Sana In Corpore Sano, que quiere decir que para que tu mente esté
sana tienes que haber dormido lo suficiente porque dormir evita el envejecimiento físico y psíquico. Lo habitual son 8
horas de un tirón.
9.
Lee mucho.
No es nada nuevo aquello de “leer te hará más
sabio”. Pero además, con el hábito de leer aumentarás tu capacidad de entender las ideas, estimularás tu
imaginación y eso acelerará tu capacidad de comprender conceptos. No te apures,
no tienes por qué leer a Proust o Kierkegaard.
10.
Vía de escape creativa: dibuja, escribe, modela, baila.
Estudiar algo mecánicamente tiene un precio
intelectual bastante elevado. Si quieres que tu mente se libere, puedes realizar una pausa cada 45-50
minutos de estudio y desconectar. Las actividades creativas relajarán tu
mente. Hacer dibujos en un papel o pintar en un lienzo, bailotear un par de
canciones, jugar con plastilina, modelar con arcilla… cosas que dejen que tu
mente diga: “ufffff”.
Sin duda alguna, no hay mejor motivación que obtener buenos resultados, pero si los
buenos se hacen de rogar, al menos ten las técnicas para lograrlos. ¡Ánimo!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)